“Samba Sangrando” es el tema que inaugura el espíritu de Magma Velvo. En los tiempos que corren, solo puedes bailar samba si sangras un poco, si te duele un poco, si sufres una caída. En Brasil, el medio ambiente y el trabajador están en último lugar. Teníamos un Río que era Doce; teníamos un lugar llamado Brumadinho. En Brasil, “hay muchos sinvergüenzas para no muchos tontos”. Samba Sangrando pretende mostrar -a quienes estén dispuestos a verlo- un escenario de devastación, un futuro desagradable que ya es presente, ya es presente.
La música y el videoclip lanzado el 13 de julio del 2022, pretenden retratar las ambigüedades de Río de Janeiro, Brasil y el mundo, a través de escenarios de abandono y aridez. La música está arriba; la carta está abajo. En Brasil es necesario un constante equilibrio entre sentimientos antagónicos, y sólo en Río de Janeiro –ciudad colorida, ciudad síntesis, máxima expresión de las contradicciones de esta tierra– se puede estar triste y feliz al mismo tiempo.
Acerca de Magma Velvo: ¡Somos Magma Velvo! ¿Nosotros, quién? Todos y ningún mundo. Tu y yo. El padre y el hijo. Lo santo y lo profano. Es el relleno y el vacío. Unidad y devenir. El “adentro” y el “yang”. Lo sublime y lo bajo. Es castidad y zorra. Magma Velvo es todo y nada. Magma fue, es y será. Estaba presente en las manifestaciones primitivas del “Om”. Velvo fue el monolito inspirador de los primeros tambores hechos con huesos; estuvo presente en el antiguo Irak, en la concepción del Himno Hurrita; está en las canciones de los niños y en los lamentos de los adultos; Magma Velvo es la marsellesa de los jacobinos, el banzo sonoro de los negros recolectores de algodón del Mississippi, es la tradición de Donga y Cartola, la guitarra punk, distorsionada y “desafinada”. El Élan magmático hoy, en el siglo XXI de la era común, está en Jorge Magalha y “Araquem?”, y puede ser apropiado y encarnado en cualquier cosa o en cualquiera.
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